Durante la Santa Misa celebrada en Iasi, Rumania, en la capilla de la sede de la Delegación “Sagrada Familia”, el sábado 11 de enero de 2020, la novicia Tereza Barlescu hizo su primera profesión religiosa. Es motivo de alegría para la Delegación, gozo mezclado con gratitud hacia el Dueño de la mies por el “Sí” generoso, que se hizo don para la Familia religiosa y para la Iglesia.
Pedimos para la Hna Tereza el don de la fidelidad al Esposo y le pedimos para que otras jóvenes fascinadas por la belleza de Cristo, tengan el coraje de escuchar su voz y de seguirlo.
He aquí la experiencia de la “Esposa”:
En este momento puedo expresar mi gratitud hacia Dios que puede realizar, con mi pequeñez, lo que desea; gratitud hacia la Familia Religiosa que me ha acogido en su seno como hija y ha acompañado mis pasos durante el tiempo de la formación, guiándome con paciencia y amor hacia Jesús y el conocimiento de la Congregación.
Las palabras no son suficientes para describir este momento, pero puedo testimoniar un gran gozo, la paz y la serenidad con las que el Señor me ha acompañado en estos momentos llenos de emociones, pero también de miedos frente a la grandeza a la que me ha llamado.
Consciente de mi fragilidad y pequeñez, pongo toda mi confianza en Él, que siempre transforma lo imposible humano en Su posible.
Recordando que no nos consagramos para huir del mundo, ni para tener una vida cómoda y tranquila, sino para entregarnos a los hermanos, para llevar un rayo de luz a través de nuestra presencia que no es sencillamente nuestra, sino de Dios y de la Iglesia, y todo lo que ofrecemos al Señor es un regalo Suyo, elevo con confianza esta oración:
“Dios que ha suscitado en ti la voluntad y ha iniciado en ti esta obra buena, la lleve a cumplimiento hasta el día de Cristo Señor y te conceda la gracia de permanecerle fiel y llena de ardor
(del rito de la profesión).
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Pedimos para la Hna Tereza el don de la fidelidad al Esposo y le pedimos para que otras jóvenes fascinadas por la belleza de Cristo, tengan el coraje de escuchar su voz y de seguirlo.
He aquí la experiencia de la “Esposa”:
En este momento puedo expresar mi gratitud hacia Dios que puede realizar, con mi pequeñez, lo que desea; gratitud hacia la Familia Religiosa que me ha acogido en su seno como hija y ha acompañado mis pasos durante el tiempo de la formación, guiándome con paciencia y amor hacia Jesús y el conocimiento de la Congregación.
Las palabras no son suficientes para describir este momento, pero puedo testimoniar un gran gozo, la paz y la serenidad con las que el Señor me ha acompañado en estos momentos llenos de emociones, pero también de miedos frente a la grandeza a la que me ha llamado.
Consciente de mi fragilidad y pequeñez, pongo toda mi confianza en Él, que siempre transforma lo imposible humano en Su posible.
Recordando que no nos consagramos para huir del mundo, ni para tener una vida cómoda y tranquila, sino para entregarnos a los hermanos, para llevar un rayo de luz a través de nuestra presencia que no es sencillamente nuestra, sino de Dios y de la Iglesia, y todo lo que ofrecemos al Señor es un regalo Suyo, elevo con confianza esta oración:
“Dios que ha suscitado en ti la voluntad y ha iniciado en ti esta obra buena, la lleve a cumplimiento hasta el día de Cristo Señor y te conceda la gracia de permanecerle fiel y llena de ardor
(del rito de la profesión).
